Cuando nos tocamos nos sentimos; siento mi cuerpo y siento el cuerpo de la otra persona. Ser tocados con respeto y con amor nos aporta una sensación placentera.
A veces no somos capaces de sentir así, cuando por algún motivo el contacto nos produce rechazo; quizás no hemos tenido suficientes experiencias de contacto gratificante, pero si ha sido así, siempre hay un momento para empezar a permitírnoslo, con pequeños contactos, observándonos y permitiéndonos sentir. Si poco a poco vamos teniendo este tipo de experiencias positivas acabaremos incorporándolas a nuestra vida y podremos disfrutar de ellas.
¿Cómo quieres que te toquen? Atrévete a pedir y respeta también los deseos de la otra persona.
TOQUÉMONOS.
Pues nada, a meternos manos se ha dicho, jejeje
Eso, eso… y a disfrutar…