Cuando somos peques queremos crecer para ser mayores y hacer lo que hace la gente grande, pero cuando somos jóvenes, normalmente, ya no queremos ser como esa gente grande, porque ya no nos gusta tanto, ¿verdad?, y entonces lo que queremos es crear nuestra propia vida a nuestra manera.

Así que, con nuestras ideas, nuestras ilusiones y nuestros proyectos de futuro, vamos tomando decisiones y avanzando por la vida…

Y, con el tiempo, mientras maduramos, van llegando determinados momentos en los que nos damos cuenta de algunas cosas que nos hacen entrar en crisis como, por ejemplo, que no todo es tan fácil como nos pareció entonces. ¿Puede ser?

La verdad es que estas crisis pueden darse en cada persona a una edad y con una intensidad diferente, claro está, porque van a depender de sus circunstancias, pero suelen ir en esta línea:

A los 30 es habitual que ya seamos muy conscientes de que, aunque sigamos siendo jóvenes, realmente somos personas adultas, con todo lo que eso conlleva.

A los 40 vemos nuestra juventud más lejana y empezamos a cuestionarnos determinados aspectos de la vida que estamos viviendo.

Pero la entrada en los 50 puede ponernos toda la vida patas arriba…

“¿Hay vida después de los 50?”, me preguntan. “Claro que sí”, respondo, “¡y es para disfrutarla!”

Pero, ¿qué pasa en torno a esta edad para que nos hagamos este tipo de preguntas?

  • En primer lugar, hay cambios en nuestro cuerpo que empiezan a ser más evidentes y nos recuerdan que el tiempo está pasando. En este sentido, incluso puede suceder que, si no hemos ido actualizando en nuestra mente nuestra propia imagen, podemos mirarnos un día en el espejo y, de pronto, no reconocernos.

Y, en segundo lugar, pueden pasar dos tipos de cosas:

  • Que hayamos cumplido ya el objetivo que nos habíamos planteado en nuestra vida y ahora toque cambiar de etapa sin que nos hayamos preparado para ello. (Por ejemplo, si nos hemos dedicado exclusivamente a la maternidad y los peques ya se han hecho mayores).
  • Que no hayamos cumplido las expectativas que teníamos con respecto a cómo queríamos vivir nuestra vida y aparezca frustración junto al temor a no lograr nunca lo soñado. (Por ejemplo, si queríamos trabajar en algo que nos encanta y llevamos 30 años en un trabajo que no nos agrada).

Así que nos encontramos con toda una vida por delante y un montón de preguntas sin resolver como: ¿es esto lo que quería para mí?, ¿y ahora qué?, ¿así quiero vivir?, ¿si sigo así cómo será el resto de mi vida?, ¿qué puedo hacer para disfrutarla más?, ¿será eso posible para mí?

Y, claro, ¡entramos en crisis!

De cualquiera de las formas, si te encuentras en alguno de los casos mencionados (o en más de uno a la vez), lo primero que te recomiendo es que trates de ver la crisis como una oportunidad, porque es el darnos cuenta de lo que queremos cambiar lo que nos permite enfocarnos en ello para lograrlo.

Además, ten en cuenta que la edad no es algo malo, al revés, todo lo que has vivido te ha traído aprendizajes que ahora te van a resultar muy útiles para poder disfrutar más de esta nueva etapa. Solo es cuestión de reajustar porque nada permanece, ya verás cómo consigues atravesar esta crisis y salir de ella sintiéndote mucho mejor.

Te propongo tomarte un ratito para hacer lo siguiente:

  • Redefine tu situación. Anota qué te hace bien y qué no te hace bien de lo que hay en tu vida ahora. Piensa en lo que quieres y lo que no quieres. Toma decisiones pensando en tu bienestar emocional. Ten en cuenta que no hace falta querer cambiar todo de golpe, pero es importante que encuentres la manera de ir dando algunos pasos en esa dirección, para ello, rodéate de personas que te apoyen.

Por otra parte, para empezar a sentirte mejor, haz lo siguiente:

  • Dedica un tiempo a la semana a una actividad con la que disfrutes especialmente.
  • Cuídate, mímate, pasea, descansa bien, come sano…
  • Comparte tiempo con personas alegres y ríete.
  • Regálate de vez en cuando una experiencia especial (un masaje, ir al spa, un buen libro, un viaje…).

Y, si quieres, yo te espero por aquí y entre las páginas de mis libros, con más contenido que puede ayudarte a disfrutar cada día más de La Alegría de Vivir.

 
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