Los sueños se cumplen. Lo sé.

Tengo un montón de ejemplos en mi propia vida que corroboran esta afirmación, siempre he cumplido mis sueños, he creído en ellos, he deseado intensamente que se cumplieran, me he enfocado en lograrlos, he tomado decisiones, he pasado a la acción, he confiado, he perseverado incluso cuando alguno de ellos parecía ya imposible de lograr…

Y ¡se han hecho realidad!

 

Pero… ¿qué es un sueño?

Un sueño es algo “grande” que deseas lograr en tu vida, no cualquier cosa. No.

Se trata de algo que en principio no parece estar destinado a ti aunque tú lo desees con intensidad… porque si fuera algo habitual en tu vida no sería un sueño, sería parte del día a día.

Por ejemplo, si tú quieres comprarte un coche y vas mañana al concesionario y te lo compras y lo pagas directamente al contado. ¿Esto es un sueño hecho realidad? Pues depende… Si en tu caso no has tenido nunca un coche, incluso nadie en tu familia ha tenido coche jamás, parece algo inalcanzable para ti y tú deseas un coche… Cuando vayas mañana, lo compres y además lo pagues al contado ¿crees que puede ser para ti un sueño hecho realidad? Y si en tu familia todo el mundo tiene coche, cuando cumpliste 18 años te compraron tu primer coche y cada vez que te apetece te cambias de coche porque te gusta y puedes permitírtelo… Cuando vayas mañana a comprarlo seguramente será una acción más en tu vida, con las emociones que te supongan el hecho en sí, por supuesto, pero muy probablemente comprar ese coche no sea para ti un sueño hecho realidad.

El primer sueño que recuerdo que se cumplió para mí fue cuando fui a un programa de televisión que había cuando yo tenía unos 9-10 años. Era un concurso de preguntas y respuestas titulado “Lápiz y Papel”. Les dije a mis padres que quería ir, que quería enviar una carta para participar y me dijeron que para qué, que era muy difícil que me llamaran, que se presentaba mucha gente. Y yo todo era insistir y decir que sí, que me llamarían, que alguien tenía que ir y si yo era “alguien” también podían llamarme a mí. Así que escribí mi carta y la envié, solo una, porque yo creía que si iban a llamarme con una carta era suficiente, no hacía falta enviar más.

Me dijeron que no me hiciera ilusiones… pasó el tiempo, mucho tiempo… y no me llamaban… Aparentemente todo el mundo a mi alrededor había dado ya por hecho que no me iban a llamar, pero yo seguía “enfocada” en ello, había enviado la carta, estaba allí en el montón, con todas las demás y por lo tanto ¡¡podía ser seleccionada!!

Recuerdo que por las noches pensaba en la carta, en que la cogían y me llamaban…

Y llegó la llamada.

¡¡¡Sí!!! Me llamaron.

Y allí que me fui con mi madre, a Madrid.

Yo “flipaba” con el hotel, con el estudio de tv, con todo… fue un sueño hecho realidad, fui feliz y aprendí que sí, que los sueños pueden cumplirse y que si otras personas pueden yo también, porque soy solo una más, completamente diferente y completamente igual a las demás personas.

¿Y qué pasa cuando los sueños se cumplen?

Hoy quiero hablarte de lo que pasa después, de lo que sucede cuando tu sueño ya se ha hecho realidad… has deseado algo con intensidad, te has enfocado en ello, has tomado decisiones, has realizado acciones, has perseverado y, finalmente…

¡Tu sueño se ha hecho realidad!

Y entonces sientes un cúmulo de sensaciones y las emociones vienen con intensidad… a veces unas, a veces otras…

alegría, entusiasmo, felicidad, satisfacción, orgullo…

pero también…

miedo, nerviosismo, inquietud, vértigo, responsabilidad, incertidumbre, vacío…

Una vez cumplido un sueño toca saborearlo.

A veces el sabor es dulce, otras es agridulce, incluso a veces es amargo, salado o picante… es preciso asimilarlo… porque cumplir un sueño no es solo cumplirlo… es importante darnos cuenta de que todo en esta vida es cambio y que una vez cumplido un sueño habrá que enfocarse en mantener/integrar/adaptar/desarrollar lo obtenido al cumplirlo, así como en nuevos sueños por cumplir.

Un sueño puede cumplirse en sí mismo y ya está, como en el caso que te he relatado, y otras veces un sueño puede ser el comienzo de algo “más grande” que hay que mantener, y también, otras veces, cumplir un sueño es el final de algo que debía terminar.

Por ejemplo. Si mi sueño es ir a Venecia, una vez que haya ido a Venecia ya estará cumplido mi sueño, asimilaré lo que ha supuesto para mí el viaje y listo. Si mi sueño es casarme, tras la boda tocará cultivar la relación, o sea que cumplir ese sueño es el comienzo de “algo más grande” que es la vida en común. Si mi sueño es montar un negocio y lo logro, lo siguiente será que funcione, o sea que, como en el caso anterior, cumplir este sueño es el comienzo de “algo más grande”. Si mi sueño es salir de una forma de vida que no me satisface, cuando lo cumpla será el final de esa vida, o sea que cumplir ese sueño dará por finalizado lo que yo no quería y a partir de ahí tendré que enfocarme en lo nuevo. Si mi sueño es crear una familia y ver a mis peques crecer centrándome en su cuidado y educación, una vez que se hayan hecho mayores y “abandonen el nido” necesitaré enfocarme en nuevos sueños…

¿Y qué pasa cuando, de repente, te das cuenta de que todo lo que habías soñado ya se ha cumplido?

Cuando ya has realizado en tu vida todo lo que ibas a realizar, todo lo que te habías propuesto o lo que habías decidido que era posible de lo que te habías propuesto…

Entonces creo que toca reinventarse, reinventarse una y mil veces, tantas veces como sea necesario. Agradecer, saborear lo vivido y seguir adelante con nuevos retos, con nuevas ilusiones que se convertirán en sueños y que algún día se harán realidad. Porque en eso consiste la vida, porque lo que fue ayer ya no es ahora y lo que es ahora mañana no será.

Así que te pregunto…

¿Pensabas que cumplir un sueño era el final?

Yo creo que cumplir un sueño siempre es un nuevo comienzo.

¡Y siempre me lanzo a la aventura de seguir comenzando!

 
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