Y resulta que lo que no me gustaba era tener que leer lo que me obligaban a leer, ¡sin interesarme lo más mínimo!
Cuando fui creciendo un poco empecé a leer lo que yo quería, pero si no me enganchaba el libro lo dejaba y pasaba a otro.
Solo me leía enteros aquellos con los que disfrutaba de verdad, ¡y listo!
Me encantaban los libros sobre animales, los cuentos y algunas novelas (pero con pocas descripciones porque me aburrían y, a veces, hasta me saltaba párrafos enteros).
Cuando empecé a leer cosas que genuinamente captaban mi interés, aprendía tanto a la vez que disfrutaba, que empecé a cogerle el gusto a la lectura.
Y descubrí:
– que me encantaban los libros de texto cuando trataban temas de mi interés,
– que había literatura fantástica con la que aprendía un montón mientras disfrutaba (como, por ejemplo, los libros de Laura Gallego),
– y que había libros denominados de autoayuda que constituían cursos completos de desarrollo personal que podía consumir tranquilamente en casa, a mi ritmo (de esta forma Louise L. Hay se convirtió en mi mentora de por vida).
Al final resultó que, contra todo pronóstico, terminó encantándome leer.
¡Y es que, para encontrar el placer de leer, es muy importante poder elegir la lectura!

Los libros tienen dos objetivos principales: entretener y transmitir contenidos.
Si encuentras uno que te aporte las dos cosas, ¡léelo!
Siempre tengo en la mesa varios libros a medias y voy avanzando en su lectura según me llaman (en estos momentos hay a mi izquierda un montoncito con una novela, un libro de marketing, otro de japonés para niños y otro de emprendimiento).
A veces leo para aprender y, a la vez, me entretengo. Otras veces leo para entretenerme y, a la vez, aprendo.
Por cierto, ¿tú eres más de elegir lecturas con la intención de entretenerte o con la de aprender?
En fin, que visto lo visto, con tanto interés por la lectura y el aprendizaje a través de ella, creo que no es de extrañar que terminara escribiendo todo lo que he escrito hasta ahora.
Llegó un momento en el que sentí la inquietud de aportar mi granito de arena para que mis libros sirvieran a otras personas, tanto como otros libros me habían servido a mí. ¡Y lo hice!
Ojalá mis libros te aporten entretenimiento y conocimientos para disfrutar cada día más de La Alegría de Vivir
Si se cumplen estos dos objetivos, para mí tiene todo el sentido del mundo haberlos escrito.
¡Que la lectura te acompañe!
¡Qué artículo tan honesto y reconfortante para quienes descubrimos tarde el placer de la lectura! Como hombre al que en su infancia le costaba concentrarse en los libros, me vi completamente reflejado en esa experiencia de creer que «no me gustaba leer» hasta encontrar los textos adecuados. La autora capta magistralmente ese momento de revelación cuando la lectura deja de ser una obligación para convertirse en un verdadero placer.
Me ha encantado especialmente cómo describe el proceso de descubrimiento literario sin prejuicios, destacando que no hay géneros mejores ni peores, sino lectores que aún no han encontrado su libro «click». Como padre, valoro mucho este enfoque que quita presión y abre posibilidades, pues ahora aplico esta filosofía al recomendar lecturas a mis hijos.
El estilo narrativo es cálido y cercano, como si estuvieras charlando con una buena amiga sobre esas epifanías que cambian nuestra relación con los libros. ¡Justo el tipo de testimonio que hubiera necesitado escuchar de adolescente! Un artículo que, irónicamente, invita a leer más.
Me alegro de que te haya gustado el artículo, gracias por tu comentario.