Hay personas que esperan a que sucedan grandes cosas o a tener experiencias extraordinarias para poder disfrutar con alegría y, mientras tanto, van por la vida con tanta seriedad que, si un día de pronto sonríen piensas: ¿qué le habrá pasado tan súper mega genial para que hoy esté feliz?
¿Conoces a alguna?, ¿eres tú una de ellas?
Sin embargo, hay otras personas que sonríen a menudo y transmiten una energía tan alegre que te contagian.
¿Conoces a alguna de estas?, ¿eres tú una de ellas?
En mi afán por comprender, yo me preguntaba: ¿qué diferencia a unas personas de las otras?
Las que apenas sonríen, ¿realmente no tienen a su alcance nada que produzca alegría?
Y esas que sonríen tanto, ¿es porque continuamente les pasan cosas extraordinarias y todo les va de maravilla?
Con el tiempo fui comprendiendo que no se trataba de eso, porque cuando observaba con atención y miraba más allá de lo que se veía a primera vista, comprobaba que quienes más alegres solían estar también tenían motivos para no estarlo y viceversa, quienes no sonreían casi nunca, también tenían motivos para estar alegres, aunque no les prestaban atención.
Así descubrí que las dos principales diferencias entre las personas que están alegres a menudo y las que no lo están, son la mirada y el foco, es decir, desde dónde miran y hacia dónde miran, porque en la sucesión de momentos que conforman nuestra vida, lo importante no es tanto lo que sucede, sino a qué le prestamos atención y cómo lo interpretamos.
Por lo tanto, el truco para disfrutar más en el día a día, está en cultivar una mirada alegre y aprender a disfrutar de lo cotidiano poniendo el foco en la dirección adecuada, porque cada día suceden cosas que nos pueden alegrar el corazón si sabemos verlas.
Y eso es algo que se puede entrenar, así que hoy te traigo unas propuestas que pueden ayudarte a desarrollar la capacidad de poner más atención en aquello que te produce alegría que en lo demás.
5 consejos para disfrutar más en el día día
Practica estos ejercicios para ser cada vez más consciente de la cantidad de cosas que suceden a diario con las que puedes disfrutar.
1- Durante un día completo observa todas aquellas cosas bonitas con las que te encuentres, sonríe al darte cuenta y anótalas en una libreta o en una nota de texto en el móvil.
2- Por la noche, antes de acostarte, repasa la lista con todas esas cosas que te han hecho sonreír durante el día, verás que vuelves a sonreír al recordarlas.
3- Repite los dos ejercicios anteriores varios días seguidos, especialmente si te cuesta encontrar cosas alegres, de esta forma irás recopilando más evidencias de que sí que hay cosas sencillas en tu vida que te producen alegría si les prestas atención.
4- Verbaliza las cosas que te alegran cuando están sucediendo. Por ejemplo: “mira qué bien se lo pasa esa niña columpiándose”, “ha salido el arcoíris”, “me encanta esta canción”, “qué cliente tan amable”, “la fotocopiadora ya está arreglada”, “me estoy divirtiendo jugando con mi sobrino”, “hace un día estupendo”, “qué bonita está la luna”…
5- Observa lo que pasa a tu alrededor (por ejemplo, desde una ventana, en el parque o en una cafetería…) y fíjate en aquello que te hace sonreír. Cuando observes algo que no te agrade cambia tu forma de mirarlo (si puedes) o mira enseguida hacia otro lado (al principio puede que te resulte más sencilla esta opción) y así te entrenarás en prestar más atención a lo que te produce una emoción positiva.
¡Ánimo con la tarea! Aprende a disfrutar cada día de las cosas cotidianas y cuando lleguen las extraordinarias, que llegarán, las disfrutarás todavía más.
Y recuerda que, tanto por aquí como en las páginas de mis libros, encontrarás más contenido que puede ayudarte a disfrutar cada día más de La Alegría de Vivir
Qué bueno. Gracias
Me alegro de que te guste, gracias.