Ya hace unos cuantos añicos que pedí de regalo por mi cumpleaños el libro “Mujeres que corren con los lobos, porque me lo habían recomendado.
Cuando me lo regalaron comencé a leerlo, pero “no me enganchó”, me puse con otro y este se quedó a medias en la estantería. No es que no me gustara, es que no era el momento… como con tantas cosas pasa… quedó a la espera… ¡y el momento llegó! ¡el libró me “llamó” desde la estantería y yo, obediente, lo cogí y empecé a leerlo, comenzando de nuevo desde el principio.
Este último mes lo he estado leyendo y subrayando y… ¡sé que lo volveré a leer!
Es un libro apasionante, con mucha información y con mucha, mucha sabiduría en sus páginas. Páginas que aúnan psicología y espiritualidad en torno al estudio de los cuentos.
De entre todo el libro he elegido, para acercároslo aquí, “El Zigoto Equivocado”, un cuento que trata sobre el sentimiento de pertenencia. Me gustó mucho la forma en la que está escrito y me hizo mucha gracia porque reconocí enseguida “mi estilo chisposillo”, así que “lo leí para mi grabadora” y ahora he decidido compartirlo aquí para quien le pueda apetecer escucharlo.
Clarisa Pinkola Estés, en su libro Mujeres que corren con los lobos, explica de esta manera por qué y para qué creó este cuento: “A lo largo de todos los años de ejercicio de mi profesión he comprendido que a veces esta cuestión de la pertenencia tiene que ser abordada con un talante más ligero, pues la frivolidad puede aliviar en parte el dolor de una mujer. Empecé a contar a mis clientas este cuento que yo me inventé titulado -El Zigoto Equivocado-, para ayudarlas sobre todo a contemplar su condición de forasteras con una metáfora más poderosa.”
Clarisa inicia el cuento con la introducción que suele contar a sus clientas: “Si has vivido tu existencia como una forastera, como una persona ligeramente extraña o distinta, si eres una solitaria y vives al borde de la corriente principal, tú has sufrido. Y, sin embargo, también llega un momento en que hay que alejarse remando de todas estas cosas, conocer otra posición estratégica, emigrar a la tierra que nos corresponde. Deja ya de sufrir y de intentar averiguar dónde fallaste. El misterio del porqué naciste como hija de quien quiera que sea ha terminado, finis, se acabó. Descansa un momento en la proa y refréscate con el viento que sopla desde tu patria.”…