Durante muchos años, cada 31 de diciembre, realicé una actividad recurrente…
Buscaba un momento para estar sola, conmigo misma, cogía mi diario y buscaba el día 31 de diciembre del año anterior. Leía la lista de propósitos que me había planteado para el año en curso y revisaba los que había cumplido, los que habían cambiado, los que todavía no se habían hecho realidad… y desde ahí, con ese balance hecho, pensaba en todo lo que iba a hacer durante el año que estaba a punto de comenzar.
Entonces anotaba mis nuevos propósitos, qué iba a hacer durante ese año, a qué cursos me apuntaría, qué aficiones desarrollaría, qué decisiones importantes iba a tomar…
Disfrutaba mucho de ese encuentro conmigo misma en el que saboreaba mis logros y me ilusionaba con mis expectativas hacia el futuro. Me encantaba ver lo que había escrito el año anterior y lo que había logrado, ver también que había cosas no escritas que también habían sido importantes, ver que otras no conseguidas se podían conseguir al año siguiente… y de enumerar mis nuevos propósitos, nuevos retos, nuevos objetivos…
¡Qué importantes fueron aquellos momentos y cuánto cariño evocan en mí estos recuerdos!
Cada año, al retomar mi momento especial, disfrutaba revisando lo pasado y proyectándome hacia el futuro… sin irme del “aquí y ahora”, encontrando ese equilibrio necesario entre tener en cuenta lo pasado, pensando en el futuro y a la vez centrándome en el presente…
¡Apasionante reto!
Pero… ¿por qué tener en cuenta el pasado?
Porque nos recuerda de dónde venimos, porque nos permite darnos cuenta de todo lo que hemos hecho, lo que hemos logrado… a veces parece que no avanzamos y al pararnos a revisar nuestros logros nos damos cuenta de todo lo que hemos hecho en la vida. También nos sirve para agradecer, todo lo vivido, todo lo logrado, darnos cuenta de que el esfuerzo ha compensado, de que el trabajo ha dado sus frutos…
Y… ¿por qué proyectarse hacia el futuro?
Porque nos ayuda a mantener la ilusión, a mantener la motivación por conseguir ser como queremos ser, por vivir como queremos vivir, por trabajar en lo que nos hace felices… nos ayuda a elegir, a centrarnos en lo que queremos, a poner el foco donde decidimos ponerlo…
Entonces… ¿por qué centrarse en el aquí y ahora?
Porque lo único que tengo es el momento presente, solo tengo poder de acción aquí y ahora, lo pasado ya pasó, el futuro no ha llegado… Solo yo puedo decidir y hacer lo que hago en cada momento y eso me acerca o me aleja de donde quiero llegar…
Así que es preciso conjugar perfectamente, equilibrar el poner el foco en el pasado para hacer balance, poner el foco en el futuro para proyectar hacia dónde quiero ir y poner el foco en el presente porque en ese momento está la vida, la que estoy viviendo, la vivencia real, no la de la mente, como cuando pienso en el futuro o en el pasado, sino la real, la del aquí y ahora.
- PRIMER PASO. HACER BALANCE.
Si es la primera vez que lo haces piensa en el último año transcurrido y anota tus logros. Aquello que has logrado y te parece importante y/o relevante en tu vida, si ha habido algún acontecimiento importante, como un nuevo trabajo, una formación terminada, una nueva afición con la que disfrutas…
Cuando ya lo hayas hecho alguna vez, toma tus propósitos del año anterior y revísalos uno por uno. Es importante revisarlos desde el cariño, recuerda que siempre haces todo lo mejor que puedes y sabes en cada momento, con el entendimiento y la experiencia de la que dispones. En primer lugar anota aquello que has logrado y felicítate por ello, en segundo lugar anota lo que no has logrado pero ya no te parece importante porque han cambiado tus necesidades o intereses y por último, anota aquello que no has logrado y quieres mantener como propósito para el año siguiente, a veces solo es cuestión de tiempo y perseverando llegará.
- SEGUNDO PASO. PROYECTA TU MENTE HACIA EL FUTURO.
Piensa en lo que quieres hacer durante el próximo año. ¿Cuáles son tus ilusiones? ¿Qué retos nuevos te quieres plantear? ¿Qué es aquello que quieres retomar? ¿Qué decisión importante quisieras tomar ya? Anótalo todo.
- TERCER PASO. PLANTÉATE NUEVOS PROPÓSITOS.
Revisa todo lo que has escrito en los dos pasos anteriores y selecciona cuáles van a ser los puntos que van a conformar tu lista de propósitos para el nuevo año. Piensa que al escribirlos estás comprometiéndote contigo, dale importancia al momento, una vez escrita tu lista tienes que adquirir el compromiso de enfocarte en cumplir tus objetivos.
No pasa nada si alguno no se cumple, o si algunos cambian con el tiempo, pero la línea general debería ser, en todo caso, cumplir la mayoría de ellos o al menos que hayan sido lo suficientemente motivadores para avanzar en esa línea hacia su consecución (o descarte por cambio de intereses).
¡Ojo aquí con las trampas! A veces descartamos por miedos, o procrastinamos, o tenemos creencias limitantes que no nos dejan avanzar… en estos casos hay que atreverse a darse cuenta, a mirar más allá, para poder trascender los miedos y seguir adelante…
- CUARTO PASO. ADQUIERE UN COMPROMISO CONTIGO Y DALE IMPORTANCIA AL HECHO DE MANTENERLO.
Yo, (escribe aquí tu nombre), me comprometo a trabajar en la consecución de los propósitos que me he planteado para este próximo año, para mí son importantes y por eso los he escrito, así que ¡empiezo a trabajar desde ya mismo para hacerlos realidad!
Toma tu compromiso al menos una vez al mes, léelo y renuévalo.
- QUINTO PASO. TEN PRESENTE TU LISTA DE PROPÓSITOS.
Es necesario que tengas presente tu lista de propósitos y la revises periódicamente para ver cómo vas, esto te ayudará a mantener tu compromiso y pasar a la acción en cada momento. Toma tu lista al menos una vez al mes y revísala.
Lo bueno es ir conociéndose e ir adaptando la técnica a la personalidad de cada quien, algunas personas necesitarán revisarla más a menudo y otras quizá menos veces.
Con el tiempo yo fui asimilando tanto el tener mis propósitos presentes que el hecho en sí de escribirlos cada 31 de diciembre fue perdiendo fuerza hasta desaparecer, pero no la idea, no el sentimiento… El hecho en sí de ir creando mi futuro se convirtió en un hábito… de alguna forma aprendí a no necesitar escribirlos, a tener mis propósitos y objetivos en mente, teniéndolos presentes a lo largo del tiempo… a enfocarme en lo que yo quería, planteándome continuamente nuevos objetivos, tomando decisiones y pasando a la acción… Ya no tenía presente la lista físicamente, aunque la tenía presente habitualmente en mi mente…
Me parece una forma estupenda de terminar y empezar el año nuevo, un pequeño encuentro con uno mismo poniendo conciencia e ilusión, evocar lo vivido para rescatar lo mejor y, pensar en todo lo conseguido y ponernos metas por pequeñas que sean. Revisarlo de vez en cuando. Muchas gracias ? por compartirlo.
Yo lo comparto co tu permiso para que otra gente pueda hacerlo.
Gracias por tu comentario Inma.
Me alegra que te haya resultado útil el artículo y gracias por compartirlo para que lo puedan ver más personas.
Un besico.
Namasté!!!!! amiga Anais!!!!
Namasté guapetona. Un besico.
Muchas gracias Anaís! Me parece una herramienta muy buena para hacer balance del año y, sobre todo, para concretar y buscar el faro que orienta nuestras actuaciones y así no perdernos en el camino.
Un besabrazo
Gracias a ti Sonia, me alegro de que te haya parecido interesante. Un besico.