Debido a nuestras experiencias y creencias acerca de cómo son y deben seguir siendo las cosas, nos mantenemos en el modo de vida que, inconscientemente, creemos que es el que nos corresponde. Así que vivimos nuestra vida a medias, sin darnos cuenta siquiera de que la podríamos estar viviendo de una forma mucho más plena y feliz.
Continuamente nos quejamos y decimos que queremos cambiar las cosas, pero ahí seguimos, ¡como siempre! Y, ¿sabes qué es lo peor?, que sin darnos cuenta nos hemos creado una excusa perfecta para no cambiar lo que sea que decimos que queremos cambiar y, por eso precisamente, tenemos la justificación perfecta para no hacerlo.
¿Habías pensado en esto alguna vez?
Hoy te propongo el siguiente ejercicio de introspección:
1- Párate un momento. Mira a tu alrededor. ¿Qué ves?
2- Piensa. ¿Qué estás haciendo hoy por hoy con tu vida?
3- Respira hondo. ¿Cómo te sientes?
4- Reflexiona. ¿Es esto lo que quieres seguir haciendo? ¿Es esto lo que quieres seguir viendo? ¿Es esto lo que quieres seguir sintiendo?
5- Déjate sentir. Cierra los ojos y haz tres respiraciones sonrientes, luego continúa leyendo.
6- Responde. ¿Con qué sueñas? ¿Qué querrías hacer de forma diferente y no lo haces? ¿Qué es lo que te está impidiendo hacerlo?
Recuerda que, si queremos cambiar algo, lo primero es siempre el darse cuenta, así que piénsalo bien y escribe la siguiente frase escribiendo sobre la línea de puntos.
7- Escribe. Yo quiero …………………………………………………………………………………………………….………… pero no puedo porque ………………………………………………………………………………………………………….…
8- ¡Enhorabuena! porque ya tienes detectada tu excusa y puedes seguir avanzando.
Veamos las tres excusas más habituales a ver si coincide alguna con la tuya:
– No tengo dinero. El motivo para no hacer lo que digo que quiero hacer es de este tipo: “no tengo dinero, gano poco, no me lo puedo permitir, es muy caro, tengo cosas más importantes a las que dedicar el dinero del que dispongo, , etc.”
– No tengo tiempo. El motivo para no hacer lo que digo que quiero hacer es de este tipo: “no tengo tiempo, tengo muchas cosas que hacer, tengo otras obligaciones y responsabilidades, no me da la vida para todo, etc.”
– No tengo salud. El motivo para no hacer lo que digo que quiero hacer es de este tipo: “tengo una enfermedad que me lo impide, tengo dolores, me canso mucho, no estoy en forma, estoy ya mayor para eso, etc.”
¿Qué te parecen?, ¿te suenan?
La verdad es que no siempre usamos la misma excusa, aunque sí que solemos tener una predominante y por eso te he preguntado que cuál es la tuya, porque seguro que utilizas alguna de ellas más que las demás.
Y si no utilizas ninguna de las que acabas de leer, piensa a ver si usas otra diferente, porque solo te he nombrado tres, pero hay muchas más y algunas son muy sutiles, así que es cuestión de conocerse cada vez mejor para poder detectarlas más fácilmente.
Además, como somos especialistas en esto de crearnos excusas, en cuanto una deja de servirnos nuestra mente crea (y se cree) alguna otra, para asegurarse de que sigamos en la misma línea, por lo que hay que prestar especial atención si queremos descubrirlas.
Ahora bien, tras la información recibida y en base al nivel de conciencia adquirido sobre la cuestión, podemos situarnos de una forma u otra. Fíjate:
1- Negación. No lo reconozco: “yo no tengo excusas, es la realidad y punto”.
2- No se puede. Lo reconozco: “siempre me frena lo mismo, sé que son excusas que de alguna forma me creo, pero como es inconsciente no hay nada que yo pueda hacer para cambiarlo”.
3- No sé hacerlo. Me doy cuenta de que sí que puedo hacer algo para cambiar las cosas, lo sé, pero todavía no he encontrado el cómo. Pruebo una y otra vez y de distintas formas, pero fallo continuamente y siempre vuelvo a lo mismo: “no puedo, no sé cómo cambiarlo, no me siento capaz de hacerlo”.
4- Encuentro la manera. Sigo adelante enfocándome en aprender el cómo y en encontrar un apoyo experimentado que me ayude a lograrlo: “si otras personas pueden yo también puedo, aprenderé cómo hacerlo, encontraré a la persona adecuada para ayudarme, no pararé hasta conseguirlo, ¡lo lograré!”.
¿En qué punto te encuentras tú?
No te juzgues por lo que estés descubriendo, todo está bien, lo importante es saber desde dónde partes ahora para poder seguir avanzando desde allí, porque seguro que una vida más plena y más feliz te está esperando y la vas a alcanzar.
Recuerda que, si tú quieres, yo te espero por aquí y entre las páginas de mis libros, con más contenido que puede ayudarte a disfrutar cada día más de La Alegría de Vivir