En febrero me llegó una invitación para colaborar en un proyecto apasionante: un libro para la conmemoración del 25 aniversario de la Mostra Internacional de pallassos i pallasses de Xirivellla. Si me conocéis os podéis hacer a la idea de la ilusión que me hizo poder participar en dicho proyecto, así que me puse en marcha enseguida para preparar mi artículo, enviarlo y esperar el proceso de gestación correspondiente…

Y vengo a contaros que… la 25ª Mostra ya ha tenido lugar y que… ¡el libro ya está en mis manos! Me ha encantado el resultado, estoy feliz de formar parte de esta obra, es sin duda una publicación hecha con mucho cariño y se nota. Gracias a todas las personas que lo han (lo hemos) hecho posible.

Os acerco por aquí lo que yo escribí, deseando que sea de vuestro agrado.

Tu clown vive en ti. Déjale expresarse.

Un día cualquiera. Te despiertas y comienzas tu rutina habitual. ¡Todo se pone en movimiento! Toca prepararse, desplazarse, trabajar, estudiar, relacionarse… Y las horas van pasando… Presta atención porque en cualquier momento el estrés o la desmotivación pueden aparecer y quizá pudiera venirte bien algo como… ¿Un clown por aquí cerca? ¡Sí! Para animar el “cotarro”, para rebajar el estrés, para distender el ambiente, para provocar alguna sonrisa, para crear complicidades… ¡un clown nos aporta tantas cosas!

Si has hecho algún curso de clown y ya has conectado otras veces con tu faceta payasa, sabes que tienes una ventaja, porque algo en tu interior puede conectarte “de pronto” con la mirada payasa, con la alegría, con la ternura, con la ilusión… Y todo cambia, porque realmente tienes un clown muy, muy cerca, tan cerca, tan cerca, que compartís cuerpo y mente, porque sois la misma esencia expresándose de distinta manera.

Y es que, a un clown a veces se le ve a la legua, sobre todo cuando lleva su nariz roja y su vestuario puestos. Sin embargo, en otras ocasiones no se le ve a primera vista ¡pero se le puede sentir! Cuando das cabida a tu parte payasa en el día a día te acompaña siempre, a veces muy claramente y a veces de forma más sutil, pero está ahí, está muy cerca de la superficie de tu piel y en cualquier momento aparece: ¡tachán! y permite que lo sientan también las personas que están a tu alrededor.

Sentirlo así en mi persona es lo que me hizo creer que era una buena idea incorporar el Universo Clown en la Formación de Agentes Socioeducativos. Pensé que era sumamente beneficioso, no solo para quienes descubren a su propio clown interior, sino para todas las personas con las que trabajan (tengan la edad que tengan), ya que van a tener un referente socioeducativo “payaso”. Un referente capaz de conectar con su faceta payasa, con su parte más tierna, espontánea y auténtica. Con las emociones, con la ilusión, con la alegría y el deseo de compartirla. Con el querer aprender y querer entender. Con la aceptación de los errores, aprendiendo a seguir adelante sin darles tanta importancia, encontrando soluciones, ofreciendo nuevas propuestas y volviéndose a ilusionar una y otra vez.

Lo que más me interesa en este momento de mi vida es hacer llegar a las personas adultas ese espíritu que nos aporta el clown, porque creo que se lo merecen y además se lo merecen las otras personas con las que conviven y trabajan. Esa ilusión, esa alegría, esas ganas de aprender, de experimentar, de jugar… para aprender a relajar la exigencia, a relativizar los problemas, a poner el foco en el presente, en la alegría de vivir “el aquí y ahora”, queriéndose y aceptándose cada quien como es, con sus maravillosas imperfecciones. Y en el mundo payaso encuentro una poderosa alianza, porque un clown sabe reconocer y aceptar mejor las tonterías ajenas, ya que está muy familiarizado con las suyas propias. Sabe trabajar en un ambiente más distendido, más estimulante, más positivo, más alegre, más enternecedor y enriquecedor.

En la intervención socioeducativa podemos incorporar “la nariz” en propuestas concretas, pero no siempre es necesario, no hace falta que hagamos una sesión de clown con las personas con las que trabajamos para que les llegue ese espíritu payaso y se contagien de él.

En primer lugar, podemos aprender a dejarnos acompañar por nuestro clown en el día a día. Esta es mi opción preferida, de la que te he estado hablando hasta ahora. Mi propuesta principal es que incorpores en tu vida diaria el espíritu de tu clown, porque tu clown vive en ti y quiere expresarse. No es necesaria la nariz, ni las personas con las que estás tienen porqué saber que está “apareciendo” tu parte clown, simplemente incorporas características suyas en el momento, sobre la marcha. Yo por ejemplo a veces digo: uy, Pirueta (mi payasa) está por aquí, porque he dicho una expresión que suelo decir cuando estoy en clave clown, o he hecho un gesto determinado o una tontería característica suya.

En los cursos de clown suele darse una transformación a nivel personal, si prestamos atención aprendemos mucho sobre nuestro interior y nuestra forma de estar en el mundo, y si incorporamos en lo cotidiano lo aprendido, mejoramos nuestro bienestar y el de las personas que nos rodean.

¿Te imaginas, por ejemplo, un colegio en el que todos los miembros de la comunidad educativa “fueran clowns”? El equipo directivo y el profesorado, el equipo de limpieza, el de mantenimiento, el de comedor, el de actividades extraescolares, las familias… Por supuesto, no quiero decir que fuesen por la vida con la nariz roja puesta, me refiero a que hubieran conectado alguna vez con su clown interior y fueran capaces de conectar con su faceta payasa siempre que lo necesitaran, tal como lo estoy exponiendo aquí. Creo sinceramente que hace falta que mucha más gente se contagie del espíritu payaso, para que el mundo se beneficie de todo lo bueno que nos aporta el universo clown.

En segundo lugar, podemos realizar intervenciones desde nuestro clown. En este caso incorporo mi clown explícitamente y puedo hacer una actuación improvisada o preparada. La temática puede ser de contenido a explicar o de entretenimiento. Cuando te acercas “en estado clown” a las otras personas la atención que te prestan es diferente y la información llega de otra forma. Yo por ejemplo en la Formación que imparto, algunas de las “charlas” las doy en clave clown, o sea, que es Pirueta (mi payasa) la que expone el tema. Esta opción, requiere que se tenga ya cierto dominio en cuanto a trabajar desde el clown se refiere, si ese es tu caso la considero una posibilidad muy interesante para utilizar de vez en cuando. No siempre será bien entendido por tu comunidad socioeducativa, pero si vas eligiendo bien el cómo, el dónde y el cuándo irás ganando “adeptos”.

En tercer lugar, podemos realizar algún taller en el que las personas con las que intervenimos socioeducativamente conecten con su propia mirada payasa, dándoles la posibilidad de disfrutar del juego clown y expresarse desde su autenticidad. Además del disfrute del propio taller también habrá más posibilidades de que conecten con su parte payasa posteriormente, en otros momentos del día a día. Te recomiendo que solo si tienes un dominio considerable del universo clown facilites tú el taller, si no es el caso es muy importante contar con alguien que se dedique a ello para impartirlo, ya que es necesario cuidar con mucho mimo el primer encuentro con el clown interior de cada persona si queremos que realmente sea una experiencia enriquecedora.

Por último, y sea como sea, recuerda que tu Clown Vive en Ti y está deseando salir a escena. Regálale al mundo su Pre-Esencia.

Por Anaís Isarre. Especialista de clown y danza en la educación.

 
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